Siempre hay nuevas cosas, siempre.
Siempre se conoce a alguien, se olvida a alguien.
Todos los días invariablemente vivimos la aventura de lo desconocido y lo confundimos con rutina.
Todos los días, inexorablemente, se extrae de entre la miríada de cosas inimaginales e infinitas posibilidades, una pequeña porción, la rebanada del pastel que nos comeremos con cada minuto transcurrido.
Siempre se viven cosas nuevas, siempre se viven cosas diferentes y somos insensibles a los matices diferentes de las mismas cosas.
Leemos y releemos el mismo libro del diario para hacernos los ciegos frente a los tonos, a las sutiles caricias de lo novedoso.
No tengo palabras para la aventura del hoy. No tengo vocabulario que alcance a expresar las maravillas con que se deleitan mis sentidos a diario.
A lo mejor, es cosa del desierto.
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